Valleys of Neptune - Jimi Hendrix
- Perico
- 21 may 2019
- 2 Min. de lectura

¿Con Hendrix monitoreando esta producción, el disco se publicaba? Clásica pregunta y en este caso, es muy probable que la respuesta sea negativa. En primer lugar, se nota la mano de los productores para llenar algunos vacíos. Pero también porque era obsesivo (al guitarrista Dave Mason le hizo grabar 20 tomas de la guitarra acústica de "All Along The Watchtower"). Last but not least, Hendrix no zapaba en el estudio, si había solos ‘largos’ estos tenían una dirección clara. Pero si, hay razones por las que el disco vale la pena. Veamos.
Este disco nos trae 12 temas no publicados del Hendrix de 1969/70, el de pleno apogeo de la Hendrixmania, el que se movia a todas partes cual rockstar con una crew de admiradores. Grabado entre Londres y Nueva York, con la formación clásica de la Jimi Hendrix Experience (el bajista Noel Redding y el baterista Mitch Mitchell) el disco nos trae grabaciones crudas, fuzzeras, de corte funky y filoso, donde sobresale el pulso más vital y explosivo de Jimi. El guitarrista dejó a un lado el costado más experimental en la paleta de sonidos que muestra en Electric Ladyland, su disco de 1968, y parece tener en mente lo que sería su próxima formación en trío, Band of Gypsies. Es una buena muestra de ese intermezzo.
Los temas no sorprenderán en general, son los conocidos. Lo interesante, si bien no es la lista de temas, son las versiones y variantes que ofrece. Por momentos es el Hendrix de yeites rítmicos, frases líricas y souleras, en otros pasajes es el blusero, que escupe lava pesada (la furiosa versión de Fire o la pesada Ships Passing Through the Night). Con temas que parecen largas zapadas (Hear my train comin o Red House) y temas más estructurados (Valleys of Neptune), el disco se defiende muy bien y está entre lo mejor, sino lo mejor, entre las publicaciones póstumas del clan Hendrix (recordemos que el legado está protegido por su familia, quienes tienen los derechos).
La continuidad del disco está, justamente, en el sonido. Si hay algo que diferencia a Hendrix de muchos guitarristas ‘clásicos’ que están allá, en el podio, es que no cansa, no se repite, no hace ejercicios de estilo; uno no espera por donde va a salir, y ahí está de nuevo. A los que no son fans, el disco les va a parecer desprolijo o directamente un dolor de cabeza. A las personas ávidas de más data del mítico violero, es un muy buen tesorito para tener si ya gastaste los clásicos.
Para escuchar andando en auto o tirado en el sillón, de noche o al mediodía. Solo y/o con amigos.
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